Llevo un escapulario tatuado entre las rodillas
sé que un día voy a volverme niña
allá donde mis etcéteras jueguen a ser imanes de sus miedos
tengo la sangre hecha pedazos
le hago el amor a las migalas que se escurren tras la funda de mi almohada
sé que un día voy a terminar tatuándome el infinito
y tendrá mi rostro
y tendrá tus manos
Lloraré este diluvio como si quedara sangre todavía entre mis costras
limpia consternación de la memoria donde los perros muerden nuestras pantorrilas
yo vuelvo al bucle de mi monofagia
soy el Ícaro perdido, la menina absorta
no sé cuándo el tequila se volvió la enfermedad y no la cura
soy el crucifijo de un anciano famélico
la bendición desarrapada de los jueves interespaciales
he completado este hueco con las costillas de un carnero pútrido
sé que voy a volverme polvo cuando tus ojos toquen las arañas de mis huesos.
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