07 de septiembre de 2013:
Ayer dijo "nuestros nietos", y yo temblé de alegría.
viernes, 6 de septiembre de 2013
miércoles, 3 de abril de 2013
Escuchar la conversación dar cuenta de que los ríos no siempre desembocan a tierra firme decir no sé por qué elegí estar acá si no hubiera tratado de jugar al paracaídas si no hubiera querido verme al espejo si no hubiera querido y entonces encontrar en mi espalda una línea y en la línea un parque de juegos y en el parque de juegos una extraña sensación de sentir que la realidad está hecha de pequeñas huellas que he ido dejando por acá y saber que esas huellas jamás podré recuperarlas así como no recuperé la fe y así como no se recupera tan de pronto la sonrisa a menos que
a menos que el cartero esta vez diga que hoy sí hay un paquete y que hoy sí hay sonrisa y que hoy sí desembocan los ríos
y que la fuerza de mis manos es un catalejo donde las constelaciones pueden observarse a la vuelta de la esquina
que mis ojos tienen otra vez el brillo de los desahuciados
y saber que uno nunca está consciente
y tomar las tres monedas que quedan y sentir que a la casa le falta una niebla que apague el brillo de los desahuciados
sentir que el río siempre desemboca a la sala de quirófano
y desnudarse los pies y desnudarse la mente y desnudarse la astilla que se tiene por alma y desnudarse la propia incertidumbre
como si la incertidumbre estuviera hecha de trocitos de topacio
sentir que el corazón es un rescoldo a punto de echar chispas
y tomar las tres monedas que quedan en los pantalones sucios y tomar las tres fuerzas que le quedan a esa divertida negligencia del amor
hacerse polvo cuando hay que volverse roca
tomar la última botella de vino que ha quedado en la alacena y hacerse bolita tras las sábanas y extrañar por que sí y extrañar no sé cuando y confiar en que la incertidumbre debe ser una de esas tres monedas qué entregarle al tendero y pedirle tres cigarros y pedirle también que tenga compasión que soy una chica que tiene ganas de querer
y correr sin hambre y correr con miedo
correr para creer que también es el corazón que corre como bandadas de pájaros famélicos
y tomar los cigarrillos y dar las gracias al tendero y darle gracias al drogadicto que espera que deje de correr para poder pedirme una moneda para volver al delicado hábito de la desesperación
a la caída libre
volver a ser un paracaidista que fuma y bebe mientras estruja un ave un tiburón un oso
o ser la chica minotauro que corría para entender que lleva un perro enrabietado en el pecho
a veces
hay azoteas desde las que me dejo caer hasta ensangrentarme
hasta que en mis rodillas vuelvo a ver la marca de las sábanas y el suspiro de la muerte tras mis codos
a veces
me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan.
y juego a que me encuentran y juego a que me desvisten la sonrisa
y juego a que me atrapan
y juego a abrir los ojos fuera de este laberinto.
a menos que el cartero esta vez diga que hoy sí hay un paquete y que hoy sí hay sonrisa y que hoy sí desembocan los ríos
y que la fuerza de mis manos es un catalejo donde las constelaciones pueden observarse a la vuelta de la esquina
que mis ojos tienen otra vez el brillo de los desahuciados
y saber que uno nunca está consciente
y tomar las tres monedas que quedan y sentir que a la casa le falta una niebla que apague el brillo de los desahuciados
sentir que el río siempre desemboca a la sala de quirófano
y desnudarse los pies y desnudarse la mente y desnudarse la astilla que se tiene por alma y desnudarse la propia incertidumbre
como si la incertidumbre estuviera hecha de trocitos de topacio
sentir que el corazón es un rescoldo a punto de echar chispas
y tomar las tres monedas que quedan en los pantalones sucios y tomar las tres fuerzas que le quedan a esa divertida negligencia del amor
hacerse polvo cuando hay que volverse roca
tomar la última botella de vino que ha quedado en la alacena y hacerse bolita tras las sábanas y extrañar por que sí y extrañar no sé cuando y confiar en que la incertidumbre debe ser una de esas tres monedas qué entregarle al tendero y pedirle tres cigarros y pedirle también que tenga compasión que soy una chica que tiene ganas de querer
y correr sin hambre y correr con miedo
correr para creer que también es el corazón que corre como bandadas de pájaros famélicos
y tomar los cigarrillos y dar las gracias al tendero y darle gracias al drogadicto que espera que deje de correr para poder pedirme una moneda para volver al delicado hábito de la desesperación
a la caída libre
volver a ser un paracaidista que fuma y bebe mientras estruja un ave un tiburón un oso
o ser la chica minotauro que corría para entender que lleva un perro enrabietado en el pecho
a veces
hay azoteas desde las que me dejo caer hasta ensangrentarme
hasta que en mis rodillas vuelvo a ver la marca de las sábanas y el suspiro de la muerte tras mis codos
a veces
me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan.
y juego a que me encuentran y juego a que me desvisten la sonrisa
y juego a que me atrapan
y juego a abrir los ojos fuera de este laberinto.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Te guardaré el nombre
y la camisa
y el sentido pésame del viernes
Te dejaré el profundo hastío del viento
y la sonora charla de los lunes
Te dejaré salir de mis costillas
ya no seré tu camarada
claro que te guardaré los labios
y las venas rotas y los iris pálidos
te quitaré la ropa las aristas las tristezas
te guardaré los sucios nomeolvides
las sobras de la cena la navidad en las montañas los hijos que esperamos
te dejaré el bigote y los inviernos en cadena
y las ciruelas y la custodia de los niños y los rostros invisibles y la sulamita perdida y el libro que tomé de tu escritorio y las luces rojas y los besos salados y las pérdidas y las camisas
te quitaré el nombre.
y la camisa
y el sentido pésame del viernes
Te dejaré el profundo hastío del viento
y la sonora charla de los lunes
Te dejaré salir de mis costillas
ya no seré tu camarada
claro que te guardaré los labios
y las venas rotas y los iris pálidos
te quitaré la ropa las aristas las tristezas
te guardaré los sucios nomeolvides
las sobras de la cena la navidad en las montañas los hijos que esperamos
te dejaré el bigote y los inviernos en cadena
y las ciruelas y la custodia de los niños y los rostros invisibles y la sulamita perdida y el libro que tomé de tu escritorio y las luces rojas y los besos salados y las pérdidas y las camisas
te quitaré el nombre.
Mire jefe, ahí salgo yo, ahí está mi nombre,
ahí rezan ocultos todos los círculos de mi anonimia
y donde canta sosegada su tristeza
está escrito el trino de nuestro salomónico pasado
pretérito pluscuamperfecto -el verbo amar se cayó de nuestras manos-
Mira madre, mis vocales están añejas en el mar de su inocencia
caen en goterones los recuerdos mudos
se estampan se excitan se permiten la decencia de quedarse siempre
se vuelcan me gritan aleteando
hurgando las palabras
balbuceando en lenguas el significado del vacío
mira otra vez madre
se han levantado las raíces de su silencio
también creo que lo entiendo
ya pasó un año, poeta
déjame entrar que tengo frío
que quiero estar afuera y adentro al mismo tiempo
ya agoté todas las astillas del recuerdo
no puedo seguir arañando la madera como un gato embelesado con el abandono
Claro que sigues siendo mi camarada, dije
pero ya no me quedan más cómplices que deletreen mi risa entre la tinta.
mira hermana
no pido mucho, sabes
pero encontré mi nombre escrito con la flema del pasado
¿por qué no puedo estar afuera y adentro al mismo tiempo?
ahí rezan ocultos todos los círculos de mi anonimia
y donde canta sosegada su tristeza
está escrito el trino de nuestro salomónico pasado
pretérito pluscuamperfecto -el verbo amar se cayó de nuestras manos-
Mira madre, mis vocales están añejas en el mar de su inocencia
caen en goterones los recuerdos mudos
se estampan se excitan se permiten la decencia de quedarse siempre
se vuelcan me gritan aleteando
hurgando las palabras
balbuceando en lenguas el significado del vacío
mira otra vez madre
se han levantado las raíces de su silencio
también creo que lo entiendo
ya pasó un año, poeta
déjame entrar que tengo frío
que quiero estar afuera y adentro al mismo tiempo
ya agoté todas las astillas del recuerdo
no puedo seguir arañando la madera como un gato embelesado con el abandono
Claro que sigues siendo mi camarada, dije
pero ya no me quedan más cómplices que deletreen mi risa entre la tinta.
mira hermana
no pido mucho, sabes
pero encontré mi nombre escrito con la flema del pasado
¿por qué no puedo estar afuera y adentro al mismo tiempo?
viernes, 14 de septiembre de 2012
Estar contenta es una historia larga, como por ejemplo decir que ese día había llegado triste y cansada y me había quitado todito de encima y con todito de encima quiero decir que había desperdigado hasta el alma, y con desperdigado hasta el alma quiero decir que tenía fuera todo verbo conjugado. Y uno se pregunta qué tiene qué ver esto con que esté contenta pero verás, antenoche papá salió de viaje; a papá le gusta tomar carretera a media madrugada, había bajado a las dos de la mañana sigiloso a fumarse un cigarrillo sin que mamá lo viera, yo he aprendido a vivir con ello y si se va a morir a mi qué me importa si al final de cuentas va a morir feliz del vicio y yo con él a la tumba, porque mamá dice que voy a terminar como él si sigo fumando y bebiendo y tragando anticonceptivos como si no hubiera un mañana, dice que entre menos sexo tenga mejor, menos peligro para mí y así mis piernas se conservan íntegras y quién sabe qué más dicen ella y la doctora. A mí me habían estado doliendo las piernas y primero he pensado que sería porque ya están muy grandes, tengo que hacer ejercicio y carajo que no tengo ni tiempo ni ganas y todo está muy lejos (mis manos, por ejemplo, están muy lejos de mis pies). Luego recordé que llevaba dos días sin cenar como aquellos tiempos cuando papá me encontró vomitando tierra en el escusado, después de eso me obligó a comer hígado y plátanos para el desayuno pero nadie puede curar a un enfermo, o quién sabe, nosotras no pudimos curarlo en veinte años y viene un agente de tránsito y lo obliga a pagar por los pecados de Hitler y dale que se cura, así nomás. Se cura del alma pero el cuerpo hecho pedacitos, menos mal que es por el gusto de cuarenta años y así se pagan los placeres; mamá dice que es genético y a mí me da mucho miedo que un gatito un día me muerda las venas de los pies y me muerda y me contagie la peste o la sífilis, y así como a ése argentino se me suba un morete a la cabeza y me quede hecha una máscara sin poder decir ni palabra, con tanto que me gusta a mí hablar y hablar y da que no me para la boca ni un momento. Esa noche me habían estado doliendo las piernas y pensé no más pastillas, voy a quedarme idiota o estéril quién sabe, y además las piernas, me duelen las piernas, me arden las piernas como aquel día, habíamos fumado mucha hierba y al principio como siempre yo me quedaba calladita, pensaba en el mar pero de repente las piernas en incendios simultáneos, en la teve Pink Floyd y yo con ganas de que no me dejen cerrar los ojos nunca porque me estoy yendo y no quiero irme todavía. Claro que tuve que irme alguno de esos días pero esa historia no es la nuestra, quiero decir que ayer me dolían tanto las piernas y yo me preguntaba si acaso sería por esa horrible inyección que me habían puesto cuando en mi garganta se había instalado una feria de hormigas y ya no había nada qué hacer mas que rezar porque el dolor no me matara tanto, papá había ido por árnica y yo le había suplicado que me llevara con él y lloraba y pedía y me revolcaba, y papá se fue por árnica y no volvió, yo viví creyendo en el árnica como la yerba del engaño, por eso confío en la medicina tradicional y el juramento hipocrático, como aquel papelito pegado justo fuera de la sala de terapia intensiva donde papá permanecía rígido y entonces mamá dijo que debía ir a verlo (hablen tienen tres minutos) eran las seis de la mañana y yo entraba con mis pasitos de ardilla deshojada y lo vi tendido allí, me senté a la orilla de alguna silla y me di cuenta que mi padre se había convertido en una maraña de cables; lloré por su vida y por la mía, la enfermera dijo que podía hablarle,que me estaba escuchando, a mí se me quebró la voz y le toqué la mano cadavérica. Mamá decía que debía ser fuerte y papá decía que debía ser fuerte y la enfermera de piso decía háblale tienes que ser fuerte papá en los cables se desperdiciaba como una alondra tirada en el bosque y esto debía decirlo porque a las seis de la mañana yo lloraba en el sillón de mi abuela sin decir nada papá se me estaba yendo carajo y yo no era ni siquiera una niña.
Supongo que a papá le dolían mucho las piernas, estaba cansado y yo, antier, estaba cansada como sólo papá podría estarlo, tal vez por eso las piernas y el punzante desconsuelo y bang ahí estaba el dolor, pensé pero finalmente volví a abrirle las piernas al sueño, qué susto caray desde hoy dejo de fumar, pero sé que miento porque no voy a hacerlo, cuántas veces lo había dicho y al momento lo mejor de mi vida es encender un cerillo de madera.
Y nada más porque me quedé dormida y al día siguiente ni siquiera recuerdo qué hice pero supongo que fue algo muy bonito porque me di cuenta de que el cartero había llegado y recordé también esa camiseta de Neruda que le compré a mi papá y que no le quedó y tuvo que regalarme, luego recordé ese pedazo de papel que había escrito un día que estaba muy borracha y todas mis esperanzas se habían ido al carajo o a la frontera, significaba mucho para mí igual que significaban esos apuntes en la libreta azul un día que también estaba muy borracha y entré a clases escribiendo en espirales, ahora que viéndolo desde ahí los momentos más felices y más tristes de mi vida los he atravesado con el cuerpo fermentado y tal vez a eso se deba que siga buscando en el cielo unicornios azules pero esta historia no es otra copa de melancolía, las tristezas son cuentos todavía más largos que me cuento tres veces por semana en horarios de oficina, casi siempre a tiempo extra y sin retribución alguna.
Cantaría el belachao, pienso, sería la historia de dos guerrilleros que no pelean en su tierra, pero llamaría a mi madre y le preguntaría cómo está papá y después colgaría y mi libertad tendría fin en la cama.
Y si yo caigo en la guerrilla
oh Bela Ciao, bela ciao, bela ciao
Cavaré una fosa dentro de dos años. Ella sonríe cuando le cuento que me voy a la revolución, que me arriesgo el pellejo y mi familia poco importa porque somos absolutos.
Esta mañana me he levantado
y he descubierto al invasor
Tengo un cálculo equivocado. Pienso en cincuenta flores, posiblemente cincuenta y cinco, secas dentro de un platón de barro. Pienso en que quizá yo también mi historia es la de un pulmón revolucionario. Me he levantado y tengo ganas de alzar este puño mío y no caer porque sí, porque siempre, porque mi fusil está guardado en la montaña.
Apesto a cigarrillo. Tengo un arete de la lengua en la oreja. Pero mi oreja carcomida recordaba el sonido de aquel día de mayo que granizaba a cántaros y yo había ido a la escuela con mucho cuidado y con mucha tristeza pero a final de cuentas iba sola queriendo encontrar un abrazo sincero; nadie estaba cuando llegué y yo creo recordar tocar la puerta y nadie, tocar otra puerta, tocar mil puertas, escuchar un grito. Nadie.
Ése cálculo se equivoca en mis piernas. Al día siguiente hice algo como comerme mis propias arañas y volví a casa triste. De eso me acuerdo. Pantalones cortos. En mi libreta escribí que no hay mejor sentimiento en el mundo que la desnudez.
Hoy usé esa camiseta que a mi padre jamás le quedó. Sí, la de Neruda.
Supongo que a papá le dolían mucho las piernas, estaba cansado y yo, antier, estaba cansada como sólo papá podría estarlo, tal vez por eso las piernas y el punzante desconsuelo y bang ahí estaba el dolor, pensé pero finalmente volví a abrirle las piernas al sueño, qué susto caray desde hoy dejo de fumar, pero sé que miento porque no voy a hacerlo, cuántas veces lo había dicho y al momento lo mejor de mi vida es encender un cerillo de madera.
Y nada más porque me quedé dormida y al día siguiente ni siquiera recuerdo qué hice pero supongo que fue algo muy bonito porque me di cuenta de que el cartero había llegado y recordé también esa camiseta de Neruda que le compré a mi papá y que no le quedó y tuvo que regalarme, luego recordé ese pedazo de papel que había escrito un día que estaba muy borracha y todas mis esperanzas se habían ido al carajo o a la frontera, significaba mucho para mí igual que significaban esos apuntes en la libreta azul un día que también estaba muy borracha y entré a clases escribiendo en espirales, ahora que viéndolo desde ahí los momentos más felices y más tristes de mi vida los he atravesado con el cuerpo fermentado y tal vez a eso se deba que siga buscando en el cielo unicornios azules pero esta historia no es otra copa de melancolía, las tristezas son cuentos todavía más largos que me cuento tres veces por semana en horarios de oficina, casi siempre a tiempo extra y sin retribución alguna.
Cantaría el belachao, pienso, sería la historia de dos guerrilleros que no pelean en su tierra, pero llamaría a mi madre y le preguntaría cómo está papá y después colgaría y mi libertad tendría fin en la cama.
Y si yo caigo en la guerrilla
oh Bela Ciao, bela ciao, bela ciao
Cavaré una fosa dentro de dos años. Ella sonríe cuando le cuento que me voy a la revolución, que me arriesgo el pellejo y mi familia poco importa porque somos absolutos.
Esta mañana me he levantado
y he descubierto al invasor
Tengo un cálculo equivocado. Pienso en cincuenta flores, posiblemente cincuenta y cinco, secas dentro de un platón de barro. Pienso en que quizá yo también mi historia es la de un pulmón revolucionario. Me he levantado y tengo ganas de alzar este puño mío y no caer porque sí, porque siempre, porque mi fusil está guardado en la montaña.
Apesto a cigarrillo. Tengo un arete de la lengua en la oreja. Pero mi oreja carcomida recordaba el sonido de aquel día de mayo que granizaba a cántaros y yo había ido a la escuela con mucho cuidado y con mucha tristeza pero a final de cuentas iba sola queriendo encontrar un abrazo sincero; nadie estaba cuando llegué y yo creo recordar tocar la puerta y nadie, tocar otra puerta, tocar mil puertas, escuchar un grito. Nadie.
Ése cálculo se equivoca en mis piernas. Al día siguiente hice algo como comerme mis propias arañas y volví a casa triste. De eso me acuerdo. Pantalones cortos. En mi libreta escribí que no hay mejor sentimiento en el mundo que la desnudez.
Hoy usé esa camiseta que a mi padre jamás le quedó. Sí, la de Neruda.
viernes, 31 de agosto de 2012
Para nuestra suerte entiendo ese asunto serio que es la muerte de los cíclopes
imagino que dirás que son otro mito estúpido
un pretexto efímero para esconderse en los pliegues de una manta verde
así que estamos siendo adultos con la conjugación de ciertos verbos
y nos volvemos niños en cada invitación al llanto
Yo embadurno mis labios de misericordia
Para nuestra suerte los días se han ido quedando sin plumas
ahora duermes mucho menos y dejamos la casa hace tanto tiempo
nos volvimos peregrinos de arrabales
y empezamos a andar con la única esperanza de volvernos ciegos
Mi poeta es un guerrero que mira al sol sin que le tiemble el ojo.
ayer te pregunté si matarnos de verdad era un asunto serio
y Apolo ya empezaba a maldecir nuestra única pupila
para nuestra suerte.
domingo, 12 de agosto de 2012
Voy a hacer un poema lleno de enumeraciones y lugares comunes
y va a tener tu nombre bien tatuado
para que sepas que estás echándome aguarrás en las tripas
que estoy sentándome en fogatas de alfileres
voy a ponerle música a esto que ni siquiera es un poema
y te enojarás mucho
me pedirás que lea un poema en inglés y me marcharé azotando la puerta
mi acento no es perfecto pero we were building a paradise my dear
tu karma siempre fue el ciclo más importante
no es que no me gustara
lo hacía por estar explotando estrellitas a la diestra
porque tenía miedo de que te me metieras como un saltamontes en la espalda
pero no me perdones nunca
tu karma siempre fue maravilloso.
y va a tener tu nombre bien tatuado
para que sepas que estás echándome aguarrás en las tripas
que estoy sentándome en fogatas de alfileres
voy a ponerle música a esto que ni siquiera es un poema
y te enojarás mucho
me pedirás que lea un poema en inglés y me marcharé azotando la puerta
mi acento no es perfecto pero we were building a paradise my dear
tu karma siempre fue el ciclo más importante
no es que no me gustara
lo hacía por estar explotando estrellitas a la diestra
porque tenía miedo de que te me metieras como un saltamontes en la espalda
pero no me perdones nunca
tu karma siempre fue maravilloso.
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