miércoles, 28 de marzo de 2012

No es que esta tristeza le haya partido las narices
se atreve todavía a mirar las hormiguitas rojas
los pájaros le despeinan los recuerdos y todavía acaricia
todavía aferra el dintel brillante de los amaneceres
no es que las siestas le hayan enrojecido los ojos hasta llenárselos de focos de emergencia
qué mal le hacen las tardes de silencios cantores

No es que esté llorando
en sus manos se esconden pececitos melancólicos
náufragos de un río en llamas


no es que haya existido una definición para aquellos verdes acantilados ficticios
mas que la medida de las lágrimas
recuerdos tallados en estalactitas

y no es que haya razones
para pensar que la tristeza es una cascada
que juega matatena con el barro de sus manos.